Análisis político
Por Redacción —
Millones de hectáreas anegadas en el centro y oeste de la provincia de Buenos Aires mantienen en alerta a productores rurales y dirigentes políticos, quienes exigen con urgencia un plan de emergencia frente a la inacción en materia de infraestructura hídrica esencial.
En el interior bonaerense, la situación es calificada como catastrófica por referentes del sector agropecuario, que advierten que la urgencia no permite más dilaciones. Caminos bloqueados, poblaciones aisladas y una producción paralizada conforman un panorama crítico, mientras que la batalla política sigue siendo el centro de las críticas.
El diputado radical Diego Garciarena instó a la implementación inmediata de un plan de emergencia que contemple tanto medidas provisionales como obras hídricas a largo plazo: "Mientras Provincia y Nación se responsabilizan mutuamente, hay tres millones de hectáreas inundadas, comunidades aisladas y pérdidas agroindustriales".
Mientras el gobierno nacional y el gobierno provincial se echan culpas mutuamente, hay 3 millones de hectáreas inundadas, pueblos aislados y la producción agropecuaria quebrada. Los bonaerenses siguen sufriendo y padeciendo.
— Diego R Garciarena (@dgarciarena) November 7, 2025
Necesitamos ya un plan de emergencia que atienda de una… pic.twitter.com/dSFiweEGV1
De modo complementario, el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), Ignacio Kovarsky, resaltó la necesidad de anticiparse al problema: "El manejo del agua debe realizarse en tiempos de sequía", enfatizó, recordando que es en esa etapa cuando se deben ejecutar las obras preventivas para evitar las consecuencias de las inundaciones.
Kovarsky alertó que podrían estar afectados hasta cinco millones de hectáreas, con repercusiones sociales que incluyen la disminución escolar y dificultades para el acceso a servicios básicos y atención médica urgente.
Uno de los puntos más críticos es el retraso en las obras estructurales. Según Kovarsky, el Plan Maestro del Río Salado, una cuenca fundamental que cubre el 55% de Buenos Aires (aproximadamente 17 millones de hectáreas), aún no está terminado, pese a que su finalización estaba prevista para 2015.
El dirigente destacó que faltan completar unos 30 kilómetros a cargo de la Nación y 90 kilómetros bajo jurisdicción provincial. El ingeniero hidráulico y civil, Claudio Velazco, complementó esta mirada técnica, señalando que del cauce principal del Río Salado, que mide 710 kilómetros, apenas se han intervenido 219, quedando por hacer obras en aproximadamente 410 kilómetros.

Velazco también recordó que en 2014 el área anegada representó alrededor del 78% de toda la cuenca del Salado. Además, advirtió sobre el efecto barrera que genera infraestructura como la Ruta 2, debido a secciones insuficientes para el paso natural del agua, fenómeno observado durante la gran inundación de 2015.
Desde el sector productivo se denuncia que la ayuda estatal muchas veces llega tarde o no se materializa, a pesar de los anuncios realizados sobre fondos de emergencia nacionales y exenciones impositivas provinciales. Esta situación es vista como una muestra clara de la escasa planificación y negligencia acumuladas a lo largo de los años.
En contrapeso, el ministerio provincial de Infraestructura, encabezado por Gabriel Katopodis, defendió la política en torno al río Salado como una estrategia estatal de largo plazo, aunque responsabilizó a la falta de fondos nacionales desde diciembre de 2023 por la paralización de obras clave.








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